Para complementar la información anterior, mencionar que el protagonista de la segunda mitad de la entrada no es el alcalde de una localidad cordobesa sino sevillana, de nombre Marinaleda. Siento la equivocación, ya que los protagonistas de la noticia eran afiliados a las mismas siglas políticas que predominan en la provincia de Córdoba en las últimas décadas.
Para ampliar un poco la entrada, comentar el caso de los reclutas de las más diversas ONG que uno se puede encontrar por las calles, se pueden reconocer por ser chicos y chicas de 18 a 26 años con su peto de color blanco o chaleco de bolsillos con el emblema de la organización serigrafiado a la espalda. Portan una carpeta de color azul y andan en plazas y calles concurridas con ojo avizor a gente de mediana edad con poder adquisitivo medio-alto. Al igual que los encuestadores o publicistas, se trata de un trabajo desagradecido en el que tienen que poner buena cara por decreto ley, y lo más común es la indiferencia o el slalom del ciudadano común para evitar perder el tiempo. En el caso de los empleados de las ONG puede añadirse un plus de motivación, y una 'buena voluntad' por detrás. A los empleados de la calle procuro tratarles con respeto, sean encuestadores, de espectáculos callejeros o prostitutas. "No, gracias", "lo siento, es que llevo prisa", o en muy última instancia "lo siento, pero es que no quiero escucharte", acompañado de una sonrisa y siempre en tono amable.
Confieso que en algunas ocasiones me he parado a atenderles y por curiosidad propia. Desde hace ya tiempo que he perdido la fe en las aportaciones económicas de estas organizaciones, y es que tanto los escándalos pasados de Intervida o Anesvad con su malversación de las aportaciones o escándalos por comportamientos 'indebidos', o por los comentarios de algunos voluntarios que confiesan que los gobiernos retienen casi la totalidad de las donaciones y que nada llega, o vienen a enumerar todas las trabas que existen en el proceso. Después de dejar que el muchacho o muchacha me explique amablemente el cometido de la organización, los proyectos que están acometiendo y el importe y condiciones de mi aportación es cuando educadamente le pregunto que lo que de verdad quiero es enrolarme y acudir in situ a esos países. Eso no entraba en el guión, y su cara de desconcierto se manifiesta. "Si estás en paro lo más que puedo hacer es que me dejes tu currículum para desempeñar este trabajo"... desgraciadamente en lugar de sentirme útil en un destino donde se me valore, me ofrecen sentirme ignorado en una labor de 'pasar la gorra' para que esa labor no sepa si se está llevando a cabo correctamente.
¿Cómo se puede llevar el bien a este pequeño gran mundo en el que vivimos? Parece que contribuir al más desfavorecido sólo está al alcance de deportistas y celebridades mediante sus fundaciones, las cuales uno a veces se pregunta si son trampolines de su imagen, o formas sutiles de evadir impuestos al declarar importes en negro y desgravarlos al catalogarlos como donaciones. Es algo que hace que uno a veces se lo pregunte... pero no que desconfíe sistemáticamente de todas estas instituciones.
Lo intentamos con pequeñas acciones en nuestro día a día, y podemos sentir un alivio balsámico al ayudar a otras personas y hacer esa red invisible en la que todos estamos conectados un poquito más fuerte. Sin embargo, hay muchos momentos en los que uno desearía hacer más, dejar muchas cosas atrás y poder encontrar su sitio en un entorno nuevo y empezar a tejer esa red. Puede sonar a veces como algo egoísta el partir en busca de uno mismo ayudando a los demás, pero muchos soñamos con eso, con tocarlo con la yema de los dedos y sentirnos útiles, mucho más útiles que trazando una equis en nuestra declaración de la renta para ceder una pequeña cantidad que ignoramos a causas sociales que olvidamos al cabo de un tiempo (cuando no son noticia) y una llegada de esa aportación que ignoramos.
Es normal que, al margen de la utilidad de nuestras acciones y del bien que hagamos a alguien, queramos sentirnos útiles y bien con nosotros mismos. Encontrar nuestro lugar en la vida es la meta de todo el mundo y no lo veo para nada egoista, menos aun cuando en nuestra búsqueda ayudamos a otras personas y traemos felicidad a alguien que esté triste.
ReplyDelete¿Que eso lo haces para sentirte bien? Incluso altruístamente te sientes bien al hacer el bien a alguien de forma desinteresada, por lo tanto ahí también estás buscando tu felicidad al querer ver a esas personas felices. Mientras se haga bien a otras personas ninguna motivación me parecerá egoista.