Bienvenidos una vez más a una nueva entrada. La televisión como recurso de entretenimiento barato y popular siempre ha buscado entretener al espectador, de unos medios más o menos aceptables. Una manera de entretenerle es ponerle a prueba, invitarle a que compita en televisión: los concursos. Cuando los concursos de preguntas para demostrar la sabiduría de los participantes parece haber llegado a un punto de reinventarse o morir, llegan los concursos que son "más grandes que la propia vida". Intentan abarcar más. Antes en los concursos clásicos sólo ves una escueta presentación de los concursantes con su nombre, edad y profesión, o a lo sumo lo que haría ese individuo con el dinero del premio, con los consecuentes tópicos de 'tapar agujeros', 'viajar por el mundo' o 'mandar al jefe a paseo'.
Ahora es bien distinto, interesa su vida, su historia, su transfondo. Se buscan personas atrevidas y que den juego, que den morbo o con los que el público se pueda sentir identificado como alguien afín o como alguien indeseable. Se trata de intentar reflejar la idea de vida que tiene una determinada productora, mostrando diversos concursantes de las más diversas personalidades. Se trata de SU idea de realidad y de ahí su nombre: reality shows. En una sociedad tan cotilla y sensacionalista como la británica, la italiana, la alemana o la española (cada una en diversa mesura) es normal que se reproduzcan estos fenómenos exportados desde los Estados Unidos.
Esta serie de programas no me entusiasman como programas de morbo o el observar la vida de un grupo de individuos como substituto a mi propia vida. Me desagradan programas como Gran Hermano, concebido como experimento sociológico pero que tras trece ediciones en España, no me queda muy claro lo que queda de 'experimento'. No me atrae ver a una banda de holgazanes estrafalarios con ninguna motivación en la vida que no vaya más allá de no dar palo al agua, aparecer en tal determinado programa y vivir de ello el resto de sus míseras vidas. Tampoco me gustan los programas adaptados y facilitados para las celebridades de medio pelo, hijos de X, ex novios de Y, o que otrora tuvieron sus efímeros momentos de fama y ver cómo se reducen y se humillan para poder gozar de minutos en pantalla.
¿Pues entonces de qué va esta entrada? A mi me gustan unos pocos programas que van más allá, que tienen más motivaciones, que sus participantes se ganan su presencia día a día, que transmiten una sensación de aventura, o que simplemente tienen un enfoque más gamberro y uno los puede ver de una manera más distendida y sin tomárselo mucho en serio.
Precisamente a ese último apartado pertenece el programa que nos ocupa hoy: Mad Mad House, emitido aquí en España hace unos años en 2004 por Calle13. Diez individuos cuales diez negritos de la novela de Agatha Christie deberán convivir en una mansión muy estrafalaria, cuyos anfitriones son más estrafalarios si cabe, ya que tenemos a un primitivo moderno, un naturista, una bruja, una sacerdotisa vudú y un vampiro. Se busca en teoría un desarrollo espiritual, aunque para ello se tenga que p*tear a los concursantes de mil maneras distintas. Los anfitriones van proponiendo diversas pruebas cada día, y algunas de ellas garantizan la inmunidad en las votaciones que llevan a cabo el quinteto de anfitriones. Vamos a repasar quién es cada uno de los cinco:
- Avocado (Aguacate en español) es el naturista. Sus pintas de perroflauta le delatan. Promulga el yoga y el nudismo entre otras cosas. Mezcla el café con hierbas sospechosas en el desayuno y lleva a los concursantes en paseos campestres a comer hierbas y frutos por el campo, o a pasearse desnudos de buena mañana. Con esto último les pilló la policía y por poco se monta una buena xD.
- Fiona, pese a tener nombre de ogresa es la bruja. No adora a Satán, sino a la diosa y no se qué historias. Es como la cabecilla de los anfitriones. Está constantemente echando cartas, conjuros y cualquier suceso que aparece en el exterior ya sea un arcoiris o una ráfaga de viento lo toma con un determinado significado.
- Art es el primitivo moderno. Con grandes tatuajes por todo el cuerpo, le gusta vivir en contacto con la naturaleza y con sus ancestros. También es capaz de concentrarse y separar cuerpo y mente en ejercicios de fakir muy gores como colgarse de ganchos con el peso añadido de una persona. Nunca levanta la voz y también le mola el nudismo.
- Ta'shia es la sacerdotisa vudú. Echa las conchas, habla con sus antepasados, y organiza rituales en trance y demás.
- Don es el vampiro y obviamente el que más ac*jona. Se le ha visto también en un par de documentales. Pálido como la tiza, se nutre de sangre humana y de la energía de las personas, e incluso hace demostraciones de ello. Les enseña a combinar el cosmos con la energía oscura. No le gusta mucho el ruido y le revienta que le despierten por la mañana, cuando él recién se ha ido a dormir. No obstante, le vemos también por el día, aunque a veces salga con parasoles totalmente opacos para darle sombra.
Las pruebas y rituales son muy cachondos, e incluyen meterse en un agujero relleno de tierra, miel, sangre, pescado y vísceras de animales y buscar unos objetos, beber sangre, permanecer horas estrujados en diversas cabinas, permanecer colgados en un gancho como jamones, buscar plantas medicinales en pelota picada, y otras muchas más o menos heavys.
Mola por lo excéntrico que es y lo friki que resulta a los ojos del espectador. Además, va al grano y está montado sin cámaras filmando a gente holgazaneando o sin hacer nada. Son tan sólo 10 episodios y la sensación final puede ser un poco decepcionante, ya que hubiese estado bien meterles más elementos esotéricos y "p*tearles más". Como propuesta friki retorcida resulta atractiva, y además por no andarse por las ramas con televotos amañados, tertulias y demás, aunque las deliberaciones de los huéspedes así como sus votaciones se pueden hacer algo largas, merece echarle un vistazo.
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