11.19.2011

Diario de un absentista

La siguiente entrada trata de un tema más personal, candente, polémico, profundo y susceptible de discrepancias que los anteriores. Entramos en el fangoso terreno de la política y mi experiencia personal o mi historia como absentista. Sigue leyendo tras este punto bajo tu propia responsabilidad.

Casi nadie sabe esto, pero tengo una ligera dislexia direccional. El hecho de distinguir 'izquierda' y 'derecha' supuso un pequeño quebradero de cabeza a veces resuelto mediante pequeñas reglas mnemotécnicas. También para muchas cosas soy ambidiestro, ya sea llevar el reloj o sostener los cubiertos en la mesa. A la hora de escribir soy zurdo, pero en mi primer colegio me regañaban o me castigaban sin recreo si utilizaba la mano izquierda. Me acuerdo de la lección de izquierda-derecha en ese colegio, en el patio, justo en la antesala de la capilla. La profesora levantaba una mano, la otra, pero cuando se daba la vuelta y decía que era al revés, se me saltaban los plomos. Por otra parte, la configuración parlamentaria de "derecha" e "izquierda" proviene de la Revolución Francesa, que eran los lados en los que se sentaban los conservadores y los liberales. También puede que el mapa mental que me formé en su día de la configuración política quedase invertido... bueno, de todas maneras tenía un 50% de oportunidades de acertar.

Más adelante, en mi segundo colegio, un buen día me preguntan si yo era de derechas o de izquierdas. ¿Qué carallo me están preguntando? Ya sabía que tenía que ver con la política, eso que suena todos los días por la radio y no hace más que dar disgustos a la gente... pero ¿a cuento de qué me preguntan a mí esto? Sabía algo de las dos Españas de este país nuestro, y que el hecho de que exista sólo el blanco y el negro supuso cruentos enfrentamientos como la Guerra Civil. Eso era algo que podía oír a mis padres, ya que yo nací en "democracia" y no viví esa etapa anterior. Así de pequeño estaban los jóvenes como yo, y luego los mayores que habían nacido antes del 75, pero entonces era yo el que estaba incurriendo en distinciones.

Claro que de pequeños, ante esa pregunta, nuestra visión era bien sesgada. Rico frente a pobre, impuestos frente a no impuestos, libertad frente a control... cosas de niños. En la casa de cada uno nos enseñan y nos inculcan cosas distintas. En el pueblo de los abuelos de cada uno, los salvadores eran los de un bando y los canallas eran los del otro... y eso cambiaba a menudo de pueblo a pueblo, de ciudad en ciudad o de la perspectiva de un individuo a otro. "No lo sé" o "Vete a la m1erda" seguro que fueron las respuestas que mencioné en su día, siendo probablemente la primera lo que dije y la segunda lo que pensé en ese momento. Habían llegado los sondeos electorales a nosotros, cuando ni siquiera estábamos en edad de votar.

También cada uno de nosotros somos hijos de nuestro tiempo. Por mi madre, todas las mañanas nos acompañaba al desayuno la voz de Luis del Olmo como si fuese uno más a la mesa, y aún a día de hoy puedo tararear la melodía de Protagonistas, Pulstar de Vangelis (que era lo que empleaban como cabecera de las noticias) o la sintonía con la que daba inicio las últimas noticias acerca de la guerra del Golfo, Kuwait, etcétera. Las noticias nacionales estaban salpicadas de escándalos día sí, día también. La devaluación de la peseta, los GAL, Roldán, Vera y Barrionuevo, problemas con la economía... en alguna ocasión pregunté: ¿Pero es que en este país no sucede nada bueno?

Salí de mi pequeño colegio con lágrimas en los ojos, con la pena profunda de poner fin a diez años inolvidables. Ya en los últimos años se nos hizo patente que las enseñanzas de muchos profesores del centro eran "zurdas", pero manteníamos un espíritu crítico y dialogante, capaz de valorar y contextualizar las cosas con sus pros y sus contras. Si Santander es una ciudad más bien conservadora, las afueras, tal vez por reivindicarse, son todo lo contrario, y ese era mi nuevo destino. El instituto donde cursé el bachillerato se asemejaba mucho a uno estadounidense con la megafonía, grupitos, macarras, despachos, aulas diáfanas y demás. En la zona, el insulto más común que se puede oír respecto a una persona es "facha", y eso fue precisamente lo que me llamaban a mí en el viaje de fin de curso a París... por haber comprado una bandera española que yo pedí específicamente SIN escudo. En un par de ocasiones intenté posar en fotos con ella, y la reacción de los demás fue parecida a estar en una herriko-taberna, o en medio de la diada de Cataluña. En Pigalle casi llegando a Montmartre me 'enamoré' de uno de estos gorros gigantescos de felpa, coloridos, abrigados y con cuernos. El sombrero tenía tres colores, negro, rojo y amarillo, en tres grandes franjas horizontales, en el orden de la bandera alemana. De "quita eso de ahí, facha" se pasó a "p*to nazi de m1erda". Lo bueno es que el gorro era acolchado y abrigado, y me libré de un chaparrón con la cabeza calentita ese día gracias a él. En la actualidad, la bandera está firmada por la selección nacional española de baloncesto que ganó el Eurobasket de Polonia en 2009 y cuelga del techo de una de las habitaciones en Madrid, y el gorro lo tiene mi hermano en su gran colección de gorros raros y estrafalarios.

De esta manera pasamos a la descalificación personal simplemente por llevar puesto algo, aunque no contenga ningún escudo ni seña política aparente... incluso por poco llega a la agresión física cuando en Eurodisney un padre catalán me zarandeó del cuello y me amenazó con partirme la cara si estuviese en España por creer que me había colado, y sobre todo por llevar ese trozo de tela como cinturón.


Estábamos en épocas de bonanza económica y los noticieros no estaban saturados de escándalos políticos, aunque los deseos de figurar en el plano internacional puede que les llevasen a tomar medidas discutibles en su momento. Otros temas algo controvertidos era alguna incertidumbre con la educación, cosa que se aprovechó en el instituto para que algunos representantes se movilizaran. Estos representantes eran muchachos greñudos que apenas aparecían por clase con camisetas negras de grupos de punk español. Comenzaban sus discursos de una manera correcta, pero aprovechaban para exclamar un "Esto nos pasa por tener un p*to gobierno facha" para conseguir un aplauso fácil de los estudiantes, y perder su credibilidad de golpe. Estos líderes lo eran de boquilla, ya que apoyaron varias huelgas, pero pese a las advertencias de los profesores de que debían constatar su asistencia a las convocatorias de huelga, su único cometido era hacer pellas y estar con los amigos en el pantano detrás del instituto o en su casa durmiendo o jugando a la Play. Esto lo pude comprobar de cerca al ser subdelegado (cargo que me encasquetaron por fastidiarme).

No tengo ningún problema con la opinión de otros siempre y cuando puedan argumentarla. Es lo que solía suceder con algunos "anarquistas" o "ateos" del instituto. No sabían exactamente lo que decían y sólo se preocupaban de su propio culo. ¿Por qué? Porque sí. ¿Podrías darme un argumento mejor? Buah, eres un facha. En la universidad la cosa continuó similar. Llegué a estudiar posturas como la idea de Cataluña y llegué a comprender en cierta medida sus opiniones. Por cierto, de comprender a apoyar hay un abismo, pero personalmente creo que uno debe escuchar ambas partes de la historia antes de emitir un juicio. Os aseguro que esta conversación a continuación ha sucedido en múltiples ocasiones con distintas personas: ¡Gibraltar español! Vale, ¿por qué? ... no sé, lo dice Torrente. ¿No la has visto? Buah ... . Algo similar sucedió en la universidad, sobre todo discusiones políticas con gente de los dos extremos. Izquierda, derecha... derecha, izquierda... todo volvía a ser igual de borroso que en mi infancia con gente que hacía imperar su opinión por encima de todas las cosas.


El nuevo cambio de gobierno trajo esperanzas y muchas propuestas que no encajaban con la realidad del país. A un presidente tachado desde sus inicios como falto de personalidad y de ese talante que tanto mencionaba, proponía ayudas y medidas buenas pero utópicas dentro del contexto en el que se vive. Desaceleración o crisis, paro, inmigración... puede que le tocase un contexto difícil, pero no hizo gran cosa para enderezar el rumbo, sino que siguió con esa caida en barrena. Hoy en día el país está hecho un erial,con un paro que va más allá de las cifras de las estadisticas, que no incluyen a la gente que se encuentra haciendo cursos organizados por el INEM o a los que simplemente, no están registrados. Tampoco se puede decir que haya alternancia, ya que el candidato de la oposición no es que inspire muchas confianzas, y los numerosos casos de corrupción política, al igual que el agua, no tienen color.

No me avergüenza decirlo en absoluto: Nunca he votado. Ya hayan sido autonómicas, generales o referéndum. Ya, ya sé qué es lo que dirán algunos: Es tu deber como ciudadano. ¿Lo qué? ¿Desde cuándo? ¿Me salté esa cláusula al leer el contrato al nacer? Puedo ejercer mi derecho al voto, pero de ahí a ser obligado a punta de pistola a pertenecer a tal o cual color político... no, por ahí no paso. Entonces eres partidario de una dictadura. ¿De dónde te has sacado eso? Soy partidario de no sectarizar a las personas por sus ideas, algo que viendo la historia de este país, y a mi experiencia personal, no soporto. Es probable que si hubiese nacido en otro país, con otra historia y con otra experiencia vital a mis espaldas hubiese dicho otra cosa. Antisistema. No, no precisamente. No hay sistema perfecto. No confío en el sistema tampoco, y no hay nada que me garantice que el papel que haya depositado en una urna vaya a parar a un determinado partido, tal y como ha sucedido en otros paises tanto subdesarrollados como desarrollados. Vale, no votas, entonces no tienes derecho a opinar. Tengo igual de derecho de cualquier otro. No entiendo de direcciones, y no quiero que se me ensarte de lado a lado y se me enarbole cual bandera al viento para que la gente vea mis colores. No somos banderas, no somos cifras ni porcentajes en baremos, no somos 'de-ene-ís' renovables o de los que se pueda guardar el rastro. Somos personas, con todo lo que ello conlleva.


El ser humano es un ser social y político por naturaleza. Sé que no podemos largarnos a una isla desierta cual Robinson Crusoe, el paradigma del hombre solitario, ya que incluso Robinson tenía a Viernes. Vivimos con convenciones sociales y en un Estado de derecho. He crecido en un país que algunos historiadores califican como pesimista por naturaleza, en donde añoramos muchísimo el pasado, y es normal y lógico que de esta manera dispongamos de muchos tiempos verbales para referirnos a él, y cierto temor para referirnos al futuro. Pero en lugar de otras naciones que no dudaron en arremangarse y seguir adelante, nos dedicamos más a "echarnos las culpas" los unos a los otros, y en lugar de argumentar, recriminamos al contrario o rival con un interminable "... y tú más".

La televisión puede ser un buen reflejo de la sociedad. Tenemos ideales muy distintos, y hoy nos interesan las vidas, rumores, casas y quehaceres de los más ricos y favorecidos o la rutina, costumbres y la ordinariez de los más barriobajeros. De esta manera, podemos ver que estamos mejor de lo que parece mientras nos ponemos de dientes largos viendo otros que se encuentran mejor. Y es que la clase media ya no interesa. Por otra parte, también proliferan programas que narran lo bonito y lo bien que se vive allende nuestras fronteras. Estos programas están envueltos en un aire nostálgico cuando les preguntan a estos exiliados qué es lo que más echan de menos, o si regresarían a España. Mis pasos se encaminan a una ruta semejante, por eso elegí la carrera que he elegido y he seguido con unas determinadas especialidades hasta la de profesor de español para extranjeros.

La relación con mi propio país bien puede definirse como de amor/odio, no soporto los patriotismos baratos en donde uno debe besar por donde pisa la roja, Nadal o Alonso como símbolos que nos unen, ni tampoco el localismo exacerbado en donde todas las provincias, no importa lo pequeñas que sean, deben disponer de un aeropuerto internacional. En mi DNI y mi pasaporte figura España, y eso no hay tippex que lo borre, pero sé que mis pasos se encaminan fuera de aquí. Ya lo estaban desde mucho antes, pero la situación actual es como un viento a favor a la hora de despegar.

Promesas electorales, descalificaciones, propaganda, sondeos, encuestas, alianzas, grupos parlamentarios, escaños, escándalos, mítines... todo vuelve periódicamente y nos invade. Me comentaba mi buen amigo A. que hay paises donde es totalmente obligatorio el votar, como es el caso de Brasil, en donde uno no puede salir del país, renovar su documentación,comprar un coche u otras tantas cosas sin mostrar previamente el resguardo del voto. Por contrapartida, con esta presión incesante, está prohibida la propaganda electoral por las calles. Por otro lado está mi buen amigo S., que procede de un país como la Republica Popular China, oficialmente república monopartidista, extraoficialmente dictadura. Al comentarle estas cosas de indignados, movilizaciones y elecciones, le hace retroceder a Tiananmen. Muestra su descontento con la política, pero para él China es algo más grande, de lo que se siente muy orgulloso, y es que China tiene miles de años, mientras que la República Popular, sólo 60. Pueden convivir ambas posturas.

 
Por las razones anteriormente citadas, soy absentista. Y sí, también me he encontrado con muchas reprimendas por ello, y es que haga lo que haga, siempre hay alguien que te señale y que te diga que "está mal". Algunas de estas reprimendas provienen de mi familia cercana, sobre todo de mi madre y mi hermano... aunque sin duda de las más fuertes y que han causado más extrañeza han sido las provenientes de Alemania, y es que allí con el pasado que arrastran, tienen mucho más compromiso político para que el pasado no vuelva a suceder. En aquel entonces el voto estaba tremendamente dividido y se puede decir que sólo existía un gran partido, que se hizo con el poder fácilmente al prometer pleno empleo y una nueva era favorable para Alemania, y es que el tipo era un gran orador y sabía lo que decir en aquel entonces para meterse a la gente en el bolsillo. Una vez en el poder, ya se encargaría de eliminar a la oposición y desencadenar la Segunda Guerra Mundial. Por ello, una de las medidas que surgieron fue la ley electoral del 5%, en la que si un partido no ha obtenido ese porcentaje en los comicios, no se le tiene en cuenta de cara a un recuento final. Con esas exigencias, el peso de su pasado y otras convicciones, se toman la política en serio, y no es extraño ver jóvenes militantes y gente de todas las edades que expresan (y argumentan) libremente sus opiniones. Me resultó un mundo distinto al mío. Llegando a carnavales, ofrecen mítines como 'el debate sobre el estado de la nación' pero todos y cada uno de los partidos por separado sobre sí mismos y sobre el resto. Con una presencia también constante en los medios, el alemán medio sabe el programa de los grupos parlamentarios y lo que ellos proponen.


Vale, pongamos el gran argumento en contra, y es que estoy enamorado de Alemania, sus gentes y su carácter trabajador, sincero pero también afable en las distancias cortas. Un país que al igual que Japón, tras la guerra se remangaron y se propusieron hacer las cosas de manera diferente. Con los hombres muertos en la guerra o en su defecto inválidos, capturados o exiliados, fueron las mujeres y los niños los que haciendo cadenas humanas recolocaron las piedras de las ruinas para volver a levantar sus ciudades, y cualquiera que se pasee hoy en día por ese país puede comprobarlo. Mencionando a Japón, pudimos ver cómo la gente mantenía la calma con un civismo inaudito, y cómo un país tan dependiente de la tecnología y la electricidad sufría cortes de suministro constantemente. Se sigue trabajando en ello, pero la lección que nos dieron es sorprendente... sobre todo a nosotros, que durante tres días un determinado teléfono móvil no nos deja conectarnos a internet y ya nos rasgamos las vestiduras. Siento mucho esta generalización que puede ser catalogada de demagogia, pero en términos generales pienso que podríamos aprender mucho de ellos... y no hablo de su política (ya que últimamente Japón va a ritmo de presidente por año), sino de ser personas.


Pasado mañana ya son las elecciones. Da igual hacia dónde miremos, que podremos encontrar algo que haga referencia a la cita. Esperemos que las cosas vayan mejor de aquí en adelante, ya que podemos hacerlo mejor, y de esa manera podremos merecernos algo mejor. Ha sido un año muy revuelto, con la Primavera Árabe, el 15-M, Wikileaks, Occupy y otras muchas más historias que me dejo en el tintero. Todas ellas expresan un rechazo a la política imperante en este momento, aunque entre los afiliados a la propuesta podamos encontrar involucrados activos, gente que congenia y colabora, y otra gente numerosa (pese a lo que digan los primeros) que me recuerdan a aquellos cabecillas del instituto, y hablan a la ligera de mercados como si fueran los que lideran una conspiración judeomasónica a escalas inimaginables. Contemplo con curiosidad múltiples opiniones desde varios ángulos, leo varios periódicos para poder confiar y desconfiar al mismo tiempo. Tengo una opinión formada, pero es de color gris, y ese color al parecer no se lleva en las urnas, por eso permanezco fuera de ellas.




Espero no haber dañado ni 'indignado' a nadie con el texto que he publicado. Como ya he explicado al principio, sé que se trata de un tema como poco 'delicado', y mi opinión aquí mostrada es igual de válida que la de cualquiera, siempre y cuando podamos conversar y argumentar tranquilamente al respecto y no ser como dos machos cabríos en primavera, enzarzados en una batalla de choque de cabezas, con un charco de sangre en el suelo, y que al final ambos sigan pensando igual... pero con un gran dolor de cabeza. Buenas tardes-noches y feliz finde hagáis lo que hagáis ;).

1 comment:

  1. Pues a mí me ha encantado tu entrada. hablas con mucha sensatez y con los pies en la tierra, no omitiendo nada, y es algo que te agradezco.

    Yo pienso de una manera muy parecida a la tuya, pero con una conclusión distinta. Tampoco votaba hasta que me enteré que un "no voto" era utilizado para uno de los partidos mayoritarios y el "voto en blanco o voto nulo" para el otro. y mira, estoy cansada de qeu jueguen con nosotros como si fuéramos sims, bajando o congelando las pensiones de quienes no les sobra, y no renunciando a privilegios y dietas gente que con su propio sueldo ya tienen más que de sobra para poder permitírselo sin costarles al estado. No me gusta la política, resulta odiosa, gente que no vale para trabajar con las manos o con la mente, se dedica a trabajar con la boca, regalando oídos con palabras necias... pero si durante 4 años no me van a tener en cuenta, al menos me leo los programas (porque es verdad, no los facilitan) y voto al que más me convenza, no al que me impongan.

    Sigue con entradas como éstas. me encantan, me encantas ^^

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