10.18.2011

En la onda de las series

Me encanta que los planes salgan bien.
Socio.
No te fallaré.
Miraaaaa... Chechu.
Salva a la animadora, salva al mundo.
Nos vemos en otra vida, hermano.
Suit up!
¡Bazinga!
Se acerca el invierno.
Smelly Cat, Smelly Cat.
¿He sido yo?
¡Para adentro, Romerales!
¡Oye Willy, no hay problema!

···

Es un buen ejercicio para resolver. A algunos de los presentes les sonará alguna de las frases, y a los que no se quedarán incrédulos con cara de poker. Si te suenan, compartirás las experiencias vividas con ese grupo de personas, entrarás dentro de ese club "y lo que es más, serás un hombre, hijo mío", como dice el poema de Rudyard Kipling. Si por una casualidad fortuita, plausible y probable no la has visto, la cosa se puede resumir en un "te j*des".

La televisión es un entretenimiento bien sencillo en nuestras vidas, y puede que el género al que más lo asociemos sea el de las series. En los últimos años, con la diversidad de contenidos y una crisis en el mundo de 'la gran pantalla', la televisión ha resultado ser la gran vencedora, y con la presencia de internet, por una parte ya no hace falta esperar a que dicha serie sea distribuida en muestro país, y por otro, con la salida a los circuitos comerciales, favorece que la gente la 'cuelgue' de internet y la pueda ver a su libre antojo al tiempo que le de la gana, sin mantenerse pegado al televisor a una hora determinada. De igual manera, uno puede pegarse un atracón de episodios con mayor facilidad.


Lo más curioso a este respecto es el gran poder viral que poseen. Cada serie sobre todo en la actualidad supone un fenómeno de masas a distintas escalas, e incluso en las descripciones personales de los perfiles de las redes sociales, las series están sustituyendo a los libros como características de la personalidad de cada uno.


En este aspecto podemos distinguir a varios tipos de seguidores, ya que están aquellos que la siguen desde los albores de los tiempos, o lo que es lo mismo, desde que oyeron rumores acerca del avance del tráiler del episodio piloto de la serie. A esta minoría les siguen los que la conocieron con el primer episodio o incluso con la serie más avanzada, y después nos encontramos con los que se engancharon en temporadas sucesivas e hicieron el esfuerzo de verlo todo desde el principio, o aquellos que la descubren en sucesivas reposiciones. Los primigenios por supuesto se consideran por encima del escalafón que los neófitos, cuando en definitiva todos disfrutan de ella. Probablemente suceda que cuanto menos conocida y personal sea una serie, pueda resultar mejor valorada que en el momento en que eclosione como fenómeno de masas.


En lo personal recuerdo como de muy retaco decía que me gustaba Corrupción en Miami... una trola como un templo, ya que lo único que me gustaba era el nombre y las escenas acuáticas. Entonces ahora me echo a pensar, y creo que (infantiles o de animación aparte) la primera serie a la que seguí era Farmacia de guardia, y creo que muchos de los de mi generación coincidirán conmigo en que dejó huella, aunque ahora cuando uno la vea (como muchas otras) se de cuenta de que ha envejecido muy mal y que da bastante grimilla. Se trataba de una comedia para todos los públicos y que reunía a personajes entrañables y mostraba la relación de las farmacéuticas con los niños tan traviesos, las señoras "clientes habituales", los policias que patrullan el barrio, el camarero del bar de enfrente... en un escenario tan corriente como en la farmacia del barrio.

Las cosas tan extrañas que podían suceder en la botica. Una cosa que le añade más valor en comparación con las series actuales es que se trataba de una serie apolítica, y es que ya apesta cuando en la actualidad intentan meter el tufo, el personajillo de tal ideología o enfocar la serie desde una lente con un determinado color político. Nos acordamos de su sintonía y de lo que nos transmitían muchos de sus episodios ya que no sólo era una comedia. Resultó memorable en los de mi generación aquella vez que lloramos después de ver el inolvidable capítulo de los inmigrantes.


Crecí entre series de los ochenta, y una característica muy recurrente es la monotonía y repetición de la estructura de la serie, este aspecto es perfectamente palpable en El coche fantástico. Una organización contra el crimen que consiste en un camión, un abuelete, una tía jamona, un macarra encefalograma plano y un coche deportivo que es más inteligente que todos ellos juntos. En todos los episodios
-Michael, no vayas gilip*llas, detecto que es una trampa.
-Tranquilo socio.
... y le pillaban y una vez más el coche tenía que sacarle las castañas del fuego. Todos los episodios contaban con su momento transformer para correr más, el botón de Turbo Boost para saltar, el misterioso hecho (todavía no sé cómo carallo lo hacía) de bloquear los frenos al coche de enfrente y su coña final mientras se solapaba las imágenes del coche a toda velocidad en el atardecer con la sintonía de fondo.


Este ejemplo se puede aplicar a El equipo A, ya que todos sabíamos que drogarían a M.A., Fenix metería bonus a una tía, habría bronca entre Murdock y M.A. y se quedarían parapetados en un sitio para hacer frente a los malos, prepararían cachivaches para derrotarles, no moriría nadie y unos cuantos coches darían vueltas de campana. En Los vigilantes de la playa sabíamos que podían concurrir dos líneas argumentales pero que nos encontraríamos con shoshos trotando a cámara lenta por la arena, que las playas estaban más vigiladas que la reserva federal y que en cuanto se sumergían en el agua, uno podía ver que siempre rodaban en la misma condenada piscina. MacGyver era un poco más irregular, ya que alternaba momentos muy peñazos con sus soluciones milagrosas.


Esta monotonía puede que se deba a series que no guardan un estrecho hilo argumental entre sus episodios, sino que pueden tratarse como aventuras sueltas. En los 90 podemos encontrarnos una gran multitud de comedias norteamericanas protagonizadas por un cómico generalmente negro (o afroamericano para los puristas) que se convierte en el sello y emblema de la serie, y así tenemos a Will Smith, Steve Urkel, Mark Cooper y muchos más... pero siguen siendo episodios "sueltos". No obstante, cabe recalcar lo racistas que resultan tras un estudio actual, ya que uno puede observar lo "guays" que son los negros y cómo todos los blancos que aparecen en la serie parecen estúpidos que intentan imitarles. Datos curiosos que se nos escapan a nuestras mentes juveniles cuando lo visionábamos por primera vez y nos saludábamos con nuestros amigos chocando esas cinco como Will.


Entre tantas series estudiantiles o con protagonistas en edad de ir al instituto (aunque los actores tengan casi 30 años), las cadenas españolas decidieron hacer un copia y pega, y "adaptar" las tramas a un supuesto contexto español. De pronto emergirían Al salir de clase, Querido maestro, Nada es para siempre o las más recientes Rebelde Way, Rebelde, SMS o Física y Química. Sin embargo, la serie que pegó con más fuerza al menos en mi colegio fue Compañeros. Estas series tienen en común el que en cada episodio confluyen dos o tres líneas argumentales, y en Compañeros se podía apreciar muy bien. Por un lado estaba el curso de los pequeñajos, que podía tener un argumento, normalmente inocentón, y que la mayoría de ellos giraban en torno al hijo del bedél, papel que fue cambiando de actor como cosa mala. Este niño era humilde y "probe" de solemnidad. Algunos de estos renacuajos tenían hermanos mayores en la clase de los mayores (obviamente, dónde si no).



Este grupo lo forman un puñado de treintañeros que, como en las producciones estadounidenses, nos hacen creer que van al insti. Mayormente son rebeldes y macarras, pero nos encontramos todos los estereotipos habidos y por haber. Como diría César Millán, tenemos al líder de la manada, su prole, junto con un pequeño harén en donde mojar el churro de cuando en cuando, ya que los cuernos, las rupturas y reconciliaciones era una constante a lo largo de la serie. Está el par de graciosillos, los pringaos, la zorra, la mojigata, la pija, el mariquita, el bocazas, el/la inmigrante y el tipo duro, rival del líder. Toda esa amalgama tiene roces por cualquier estupidez, y es la línea que más interesa a los espectadores guays.

Por último, por si los padres asomaban la cabeza por el salón, estaba la línea de los padres, algunos de ellos profesores en el instituto, que mostraban lo duro que es las relaciones paterno-filiales con treintañeros que simulan estar en la edad del pavo. Así se podían sentir más tranquilos con las cosas que hacen sus propios hijos... siempre y cuando no les diese por imitarles.

La serie se convirtió en algo parecido a un indicador de estatus social. Al día siguiente de que lo emitiesen, en el colegio no se hablaba de otra cosa, y si no habías visto el episodio estabas fuera de la onda. Uno no tenía más remedio que echarle un vistazo para más o menos enterarse de la trama. Puede ser algo impactante, pero en mi colegio también existió semejante presión social con la película... ¡Viven! Así es, si la habías visto uno entraba en el club de lo guay y podría comentar en el recreo las truculencias de la cinta.


Antes de eso, Médico de familia era la que partía la pana. Un padre viudo con tres hijos a saber; un macarrila pringao, un pendón y una mocosa que no hace más que hablar a gritos; su padre chocho perdío a cuestas, la chacha castiza, el vecino gorrón y un par de chicas que se cruzan en su vida. A eso hay que sumarle su trabajo estresante en el hospital y tendremos un batiburrillo muy español. Lo más surrealista eran las escenas en el comedor, ya que todos hablaban a la vez y a gritos, y todas las marcas estaban tapadas con pegatinas que cantaba muchísimo. A día de hoy no me explico cómo ese engendro podía verlo tanta gente.

Friends Opening

Otra presión social sucedió ya en la ESO a la hora de comer con Friends en Canal+. Nos dejábamos arrastrar por las historias de estos tres chicos y tres chicas en la treintena que se reunían en un bar con sofás para charlar e intercambiar opiniones de sus vidas. El humor era bastante facilón y zafio, algunos personajes no tenían gracia alguna (Monica y Ross, aunque en la versión original, Ross es el gracioso). Otros acaparaban todos los momentazos (Joey y Chaedler cuando estaba acompañado por Joey, ya que por solitario era un sosáinas). Luego estaba Phoebe, que aparecía de vez en cuando a soltar el comentario-puñalada sin venir a cuento en el momento preciso, y por último Rachel, que tenía sus puntillos muy de cuando en cuando, pero como decían que estaba buena, pues era intocable. Curiosamente, es otra de las series que con el paso de los años (en mi opinión), ha envejecido muy malamente, y las bromas y los golpes de humor no funcionan tan bien como entonces.


En los últimos años, las historias se vuelven más sofisticadas y entretenidas ante un cine en horas bajas falto de inspiración y movido por realizar productos cortados por el mismo patrón, o adaptar constantemente historias provenientes de los videojuegos, los cómics u otras películas de otras filmografías. Además de las historias, los protagonistas son a menudo anti-héroes. Nos podemos encontrar con médicos que están más pendientes de "jugar a médicos" que en ser médicos como Anatomía de Grey, doctores con un comportamiento antisocial y una práxis dudosa como House, historias que giran en torno a familias de mafiosos como Los Soprano, abogados defensores o dispuestos a cualquier cosa para salirse con la suya como en Shark o Damages o un perdedor de la vida con su sórdido entorno en el sur profundo de los Estados Unidos como en Me llamo Earl.


Internet y el boca-a-boca se han convertido en las herramientas para un nuevo auge de las series. Uno puede seguir una serie casi al mismo ritmo que la emisión en su país de origen. Proliferan los voluntarios que subtitulan las series, si bien sea dicho, con calidades y afanes de protagonismo de lo más diverso. Las productoras no son ajenas a este fenómeno, ya que son conscientes de que alguna de sus series con resultados de audiencia mediocres, resultan ser líderes de descargas, por lo que comienzan a "emitir" online.


Pueden darse nuevos enfoques a un determinado género, como por ejemplo la ciencia ficción. Se pueden revisitar sagas del pasado y adaptarlas a los nuevos tiempos con lo último de los efectos especiales y presupuestos mucho más amplios. Battlestar Galactica, Babylon5, V... o puedes recurrir a una película de serie B para crear una saga extensa con numerosas secuelas como Stargate. Al igual que la ciencia ficción, muchos otros géneros son la columna vertebral de cadenas de televisión temáticas enteras en donde la base de la programación son series de ese determinado tipo.

Pues me quedo con el de la derecha.

Volvamos un segundo a la presión social que involucra. Cuando las redes sociales, los foros, los círculos de amigos y muchas conversaciones cotidianas giran en torno a "la serie del momento", si uno no ha oido hablar de ella o no está interesado, puede resultar lógico que se siente desplazado. Personalmente me ha sucedido en estos últimos años con 24, Héroes, Prison Break, Cómo conocí a vuestra madre, Roma, Chuck, Doctor Who, Modern Family, True Blood, Dexter, Breaking Bad o The Walking Dead entre otras tantas. Debo dejar bien claro que algunas de estas no me atraen lo más mínimo. He dejado de lado las grimosas producciones españolas que son en su mayoría comedias sin gracia o plagios descarados y de un valor mucho menor que el original o producciones absurdas, artificiosas y con una actuación nefasta.


Personalmente, a estas personas adictas a las series... no sé de dónde sacan el tiempo. Al igual que los que han jugado a una cantidad significativa de juegos, no sé donde se concentran tantas horas, ya que un día de los míos tiene tan sólo 24. Luego tengo muchas series a las que me desenganché por la publicidad. Una cadena local de cuando era pequeño anunciando las películas sin cortes sólo decía una frase al final, pero era demoledora: "Interrumpir una emoción es destruirla". Algo así llevado al extremo me sucedió con Cuatro y House. El hecho de relegar a muchas series a horarios intempestivos para poder encasquetar espacios de crónica social también es otra de las razones por las que no hay manera de ver la televisión en estos días.


Una serie que vi de cabo a rabo (salvo tres episodios sueltos de la primera temporada) fue Perdidos (Lost), que llevó a cabo una revolución en lo social de la serie. En una de mis entradas anteriores os he hablado de un título muy similar: Perdidos en el Amazonas (Peter Benchley's Amazon), pero esta iba más allá. La serie irrumpe en medio de un siniestro: un avión se ha estrellado en una isla del Pacífico sur. Cada episodio está visto desde la óptica de uno de sus personajes, de los que vamos conociendo retazos de sus vidas antes del accidente, o sus motivos que les llevaron a tomar el avión. Comprobamos que la isla ha pasado por varias etapas, restos de civilizaciones antiguas, corporaciones científicas destinadas a investigar sus propiedades, grupos de "salvajes" o gente que a lo largo de esos años ha puesto pie en esa isla misteriosa donde se escuchan ecos de voces pasadas o se presenta una bestia formada por humo negro. Cada episodio sirve para proporcionar más incógnitas y de vez en cuando resolver alguna. Logra mantener un argumento que mantiene enganchado al espectador, y hace que este se cuestione cosas o que elabore sus propias teorías. No es una serie al uso en donde el espectador suele ir de la manita para cruzar por el paso de peatones, lo cual la hace más interesante.


En su momento me bajaba rigurosamente los capítulos que iban saliendo de Perdidos, ahora de Big Bang Theory, y lo último ha sido ceder al "chantaje popular". Tras las constantes amenazas con que llegaba el invierno, me he descargado los diez episodios de Juego de tronos a pesar de que ya se han encargado de reventarme la serie por los cuatro costados, o "espoilear" como se dice ahora.

La próxima entrada será más amena, divertida y nostálgica, en el próximo episodio... contenedores infantiles / juveniles.

1 comment:

  1. Totalmente de acuerdo con lo de la presión social y el tiempo libre para ver dichas series, ya que tu caso es el mismo que me pasa a mi.

    Cuando era pequeño si veia todas esas series, pero era por el tiempo libre que todos teniamos y porque no habia nada mejor que hacer (¿facebook, foros, juegos online, que demonios es eso?), pero ahora estoy en las mismas que tu.

    Ahora apenas tengo tiempo libre por la oposición y mi trabajo, pero antes tenia mas tiempo libre y aun así no comprendia como todo el mundo habia visto heroes, 24, me llamo earl, house (serie de la cual solo vi dos temporadas, ya que cuando cambió de miembros de equipo calló en declive), perdidos y chorrocientas mil series anime y claro, luego te pones a hablar con ellos y a no ser que hables de rutina o como van las cosas en tu pais te sientes desplazado o te aburres como una ostra en las reuniones.

    Me a encantado tu entrada, sigue escribiendo amigo mio ;).

    ReplyDelete